
Será porque me gusta dormir desnuda o porque me encanta pasearme como dios me trajo a este mundo cuando nadie me ve. O quizás porque me encanta andar descalza y ensuciar mis pies o porque no puedo evitar danzar incansablemente mientras nadie me observa. Sera que me gusta sentir la libertad de ser yo misma cuando nadie esta a mi alcance. Sera por eso que a veces soy vulnerable?
Llevo una pesada cadena en mi piel y aun cuando me desprendo de todo ella sigue conmigo, pero las cadenas llega un momento que caen, se oxidan y pierden su resistencia. Y llega un día, en el que te despiertas y ya no la notas aferrada a tu piel, llega un día en que se desprende sin que te hayas podido percatar de como ha sucedido.
Adoro mis paseos en soledad y aprecio inconmensurablemente los que me regalan algunos amigos. Hay paseos nocturnos que siempre agradeceré, por la compañía silenciosa, por las charlas infinitas ante un semáforo, por las palabras y los gestos que me ofrendan.
A veces sueño que voy paseando por un bello camino, un camino que con
duce a un nacedero, al nacimiento de un río. Yo sigo el curso del río, contemplo los arboles que me encuentro, los juncos que recojo y que de pequeña tanto me gustaba masticar su fresca raíz. Observo los zapateros que bailan como patinadores profesionales y que chocan torpemente con algún hierbajo del riachuelo. Y sigo y sigo mi curso, topándome con algún que otro hormiguero que desvergonzadamente se ha plantado en medio del camino. Un camino que tiene marcadas las ruedas de las bicicletas, un camino que me lleva a saludar a un viejo hippie que se instalo al lado del río a vivir hace ya mucho tiempo. Sus perros, sus gatos, todos están ahí y salen a saludarme y como cuando era pequeñaja me regala una manzana de esas verdes que al morderlas notas en la lengua su acidez. ummmm que sabrosas! y oigo a las chicharras y me encuentro ya muy cerca, cerca del nacedero donde una era rebosante de saltamontes se cruza a mi encuentro y allá a lo lejos noto la fragancia del campo de lavanda. Y llegados a este punto despierto o mejor dicho pierdo la conciencia. Desearía volver a recorrer el camino del nacedero, lo intente hace tres años y me quede con las ganas. Otra cadenita mas que llevo.
Mañana quizás al levantar hayan desaparecido y pueda danzar desnuda sin que ella me acompañe, como la descarada polizona que es en mi piel.
Fotos: Blimunda, Jaime Castellana
Llevo una pesada cadena en mi piel y aun cuando me desprendo de todo ella sigue conmigo, pero las cadenas llega un momento que caen, se oxidan y pierden su resistencia. Y llega un día, en el que te despiertas y ya no la notas aferrada a tu piel, llega un día en que se desprende sin que te hayas podido percatar de como ha sucedido.
Adoro mis paseos en soledad y aprecio inconmensurablemente los que me regalan algunos amigos. Hay paseos nocturnos que siempre agradeceré, por la compañía silenciosa, por las charlas infinitas ante un semáforo, por las palabras y los gestos que me ofrendan.
A veces sueño que voy paseando por un bello camino, un camino que con

Mañana quizás al levantar hayan desaparecido y pueda danzar desnuda sin que ella me acompañe, como la descarada polizona que es en mi piel.
Fotos: Blimunda, Jaime Castellana
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