jueves, 16 de octubre de 2008

Mis padres, entre espias y magos (I parte)

¿Cuál es la profesión de vuestros padres? ¿En qué trabajan?; parecía que Àngels la profe no cesaba en su afán por saber qué hacían nuestros padres. Sin embargo, el gran problema para mi era saber a qué se dedicaban.

¿Qué eran o quienes eran mis padres? ¿Qué profesión tenían? Para mi esto era un misterio. Mi madre trabajaba en un sitio muy grande, yo creía que era secretaria, como había visto en las pelis. Una secretaria que tenía un jefe y que hacia lo que este la dictaba, pero no era eso. Mi madre trabajaba en un edificio muy grande, así que debía ser algún sitio importante. ¿A lo mejor era una espía? Aunque pasado un tiempo descarté esa opción por fantasiosa, jeje aunque no me hubiera importaba, lo que yo hubiera fardado en la escuela diciendo que mi madre era una espía nacional…aunque , claro, si era espía ummm no podría haber comentado su profesión, ¡la hubieran descubierto! ¡Aix! Luego me dí cuenta que mi madre en realidad no trabajaba, se pasaba el día con papeles en su despacho y fotocopiando cosas, me parecía la mar de entretenido, es que me apasionaba esa máquina llamada “la fotocopiadora”. ¡Qué gran invento! Me pasaba las mañanas de los sábados en ese sitio donde mi madre decía trabajar fotocopiándome la mano, luego la cara, aix que bien me lo pasaba. También había una especie de laberinto y a veces me escondía allí, solía pensar que en el centro de ese laberinto encontraría un minotauro que me haría tres preguntas, si respondía correctamente a sus acertijos me permitiría beber de la fuente milagrosa que había en medio de tanta estantería abarrotada de papeles. Era increíble poder llegar a la fuente de la que manaba esa agua tan fresquita. Y más allá se encontraban los lavabos ¡que divertido trabajar en su sitio que parecía un laberinto! Lo mejor de todo era que cuando atravesaba ese laberinto de papeles y carpesanos me encontraba al otro lado del edificio y ahí estaban más amigas de mi madre. Había una que era muy rubia y yo creía que era nórdica, bueno en aquel entonces no sabía que era una nórdica menos aun imaginaba que esa palabra tenía más de un significado; era una chica muy simpática que siempre hablaba muy bajito y con mucha calma, creo que jamás en mi vida había conocido a alguien tan tranquilo. Debía ser una especie de hada que salvaba a la gente que el minotauro había atrapado o que me socorría a mi cuando me perdía en el laberinto. El minotauro era su jefe, alguna vez entré al despacho y luego me enteré que era también el jefe de mi madre. No entendía que hacia. Si no entendía el trabajo de mi madre menos aun el de él; pero siempre me daba mucho respeto cuando él me hablaba y me daba vergüenza mirarlo a la cara, tenia miedo a no saber responder sus preguntas si mi madre o el hada no estaban alrededor. Había también una especie de hada gordita, también rubia, las hadas son rubias (eso lo sabe todo el mundo con 8 años!), el hada gordita siempre escondía patatas fritas en los armarios, era tan divertido buscar comida y que no nos viese el minotauro. A veces me traía polos de colores, los que más me gustaban eran los de fresa aunque su color era rojo sangre. Yo creo que en el fondo era un hada un poco traviesa que escondía la comida a propósito aunque no entendía bien bien con qué fin.


Hubo un día que me encontré con una especie de hada extraña que decía ser conocida de mi madre, mi madre no era un hada aunque también había sido rubia, yo sigo pensando que era una espía porque las espías tienen el pelo rojo (como todo el mundo sabe) que me hablaba por los codos y me retenía cuando mi madre no estaba. Más tarde nos íbamos a casa y allí nos esperaba mi padre que también decía venir de trabajar. Alguna vez había sido al revés, había ido al trabajo de mi padre al que el llamaba “estudio”, no comprendía que debía ser eso de estudio a mi me parecía un piso como otro cualquiera pero él se empeñaba en decir, vamos al estudio hoy que tu madre tiene mucho trabajo y dice que no puede quedarse contigo, ¿mucho trabajo? Pero si se pasa el rato con papeles en los que escribe cosas divertidas y son papeles con agujeros que se cortan fácilmente, ai ¡cómo me gustan los papeles! Y de tanto que me gustaban mi madre me daba un fajo bien gordo lleno de números sobre el que yo dibuja mis historias con las hadas, sus poderes, los dragones y los minotauros. ¡Ah y sobre las fuentes mágicas! Era siempre tan excitante ir a su trabajo, aunque no sabía qué hacía…

Cuando mi padre y yo salíamos de su “estudio” e íbamos a buscar a mi madre, la espía aunque no quiera reconocerlo porque es pelirroja y las pelirrojas son todas espías guapas, nos quedábamos esperándola en un bar que hacia esquina a su trabajo, bueno al edificio grande de grandes puertas giratorias. Allí contemplábamos a los coches pasar y nos quejábamos si mi madre tardaba en salir, porque ambos nos quejábamos por tener hambre. Mi padre era como yo, siempre tenia hambre.

Si nunca entendí a mi madre jamás entendí en que trabajaba mi padre, eso si que era raro. Al menos mi madre era espía y tenia un jefe que le daba misiones y ella descifraba códigos que salían de una máquina y eran esos los papeles con agujeros que yo más tarde coloreaba. También era algo espía yo, no tanto porque no era tan pelirroja como mi madre pero vamos de mayor seria espía, seguro.

En el estudio de mi padre no había nunca nadie, a diferencia del trabajo de mi madre, era un edificio más pequeño y solo había un par de salas. No había fuente mágica, sólo un cuarto que daba miedo y era el lavabo…en realidad era una sala de tortura, aunque cerca había otra que era donde debía crear pócimas, mi padre era un mago. Era un cuarto mal iluminado en el que siempre habían cosas, estaba repleto de “cosa” y olí muy mal, era un olor penetrante muy fuerte.

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