lunes, 16 de marzo de 2009

Desidia




Las sábanas descansaban enrrolladas en un nudo imposible a los pies de la cama. Un cuerpo en posición fetal se lamentaba en silencio. No se movía. Estaba cansado de descansar. Llevaba demasiadas horas en la cama en la misma posición. Emilio estaba despierto pero no tenía ánimos para levantarse. Era un cansancio desconocido hasta ahora, convivía con este “cansancio” desde hacía más de dos meses. Ese cansancio enfermizo iba en aumento, a medida que pasaban los días se sentía con menos ganas de hacer nada. El movil empezó a sonar insistentemente hasta que un manotazo lo detuvo. Crack! Eso fue lo que se oyó cuando el movil golpeó contra el suelo y se desprendió de la bateria en una fuga veloz debajo de la cama.

Emilio pensaba en esas largas horas tendido en la cama, pensaba y escuchaba los sonidos de la calle. Dos vecinas se saludaban y hablaban del precio de la carne y del pescado, cuánto habían subido los precios, qué caro estaba todo! Cómo le va a tu hijo con la chica esa. Una moto empezaba a arrancar y el olor a gasolina entraba por la ventana mareándolo. “Me levantaré, tomaré un café con leche. Miraré el diario por internet y luego me ducho y voy al trabajo” pensaba, y volvía a su círculo vicioso recitando mentalmente lo que tenía que hacer. "“Tomaré un café con leche, luego mejor me ducho y salgo". “A la de una me levanto…Una” y no se levantaba. No sabía qué hacer. “Bueno me levanto a y cuarto, total no tengo mucho que hacer hoy”. Y se levantaba dos horas más tarde.

Perdía la riendas de su vida y no sabía que camino tomar para poder retomarlas…estaba confuso, Desanimado, Desilusionado, Deprimido…

Primera parada la cocina, un café con leche y nada más, después ni siquiera miraba las noticias, se duchaba y salía corriendo hacia el trabajo al que ya llegaba tarde. Trabajaba sus horas y luego ya no tenía nada más que hacer. Le habían extirpado su corazón, ya no tenía ilusión alguna por nada, le habían cortado sus alas, habían eliminado aquello que le hacía sentir que la vida era interesante. Se había vuelto inapetente….inapetente por vivir. Cada día era una copia igual de gris que la anterior, se levantaba, iba al trabajo y luego volvía a casa. Se encerraba en casa con las persianas bajadas y se tumbaba en la cama sin hacer nada durante horas, sin descansar, sin reposar unas horas si quiera…se atormentaba con pensamientos recurrentes y a veces, tenía unas pesadillas horribles en las que se veía incapacitado…más que pesadillas eran la vida misma.

Desidia, terrible desidia que te apoderas de las mentes e incapacitas las almas. Desidia, terrible desidia.

Cuadro: Brueghel the Elder, Pieter, Desidia (Sloth), 1558

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mejor escrito que nunca. Atmosfera densa y decadente. Adivino que el tal Emilio es joven y de ahí que se deje envolver en ese hastío gratificante para su desánimo.
Con el tiempo aprenderá que, efectivamente, cada día es igual, para él y para todos, pero olvidándose dejará de vivir y se perderá el sol y lo peor, el sol, se olvidará de acariciarlo.

Me ha gustado y mucho.

Un beso

Blimunda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Blimunda dijo...

Emilio puede ser cualquiera, no es necesario ponerle una edad o una condición determinada. Igual que la causa de su hastío puede ser cualquier cosa. No importa, lo que importa es la desidia que le inunda, la desidia por la que mucha gente se deja llevar, la desidia que arrasa como la NADA de la Historia interminable dejando un hueco frío donde antes había vida.

Gracias por dejar tu comentario y espero que sigas leyéndome y criticándome. Es de agradecer :)